Un cuento verdaderamente perturbador...
¡Para los que no tienen miedo!
Una familia se fue de vacaciones a la casa de su abuela. La primera noche, su hija más chiquita, escuchó ruidos que provenían del ático, como si alguien le gritara.
Decidió subir y estaba todo oscuro. Intentó prender la luz y no funcionaba. Fue a buscar una linterna pero la que encontró, no tenía pilas. Del cajón del aparador, tomó una vela y la prendió. De repente, se abrió la ventana. Una ráfaga de viento le apagó la vela. Ella se asustó y escuchó que alguien le hablaba. Se fue corriendo horrorizada a su habitación.
Al día siguiente, volvió a escuchar ruidos, le fue a decir a su mamá que estaba tratando de arreglar la luz de la casa pero no le creyó.
Una mañana de otoño, los volvió a
oír. Fue al ático y vio una figura desconocida en un rincón. Era algo muy raro.
Pensó que podía ser el espíritu de una anciana. Tenía un bolso rojo, una
pollera verde y estaba muy despeinada.
El espectro le comentó que era el
fantasma de su abuela. Le suplicó con voz suave que se acercara dónde estaba ella.
Se aproximó despacio y con miedo. Al espíritu se le dibujó una sonrisa en la
cara y se notaba que estaba muy feliz de ver por primera vez a su nieta. Le
rogó que siempre, antes de irse a dormir, subiera al ático ya que ella le quería
contar un cuento y darle un beso de las buenas noches.
IARA 6to grado
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