LA DESAPARICIÓN
Iba con la bicicleta por un camino de tierra que
bordeaba varios alambrados con púas puntiagudas. No era un alambrado normal,
tenía como un entramado extraño. Además, la gente mayor del pueblo siempre
contaba historias misteriosas en torno a su origen. Por eso, nunca me animé a
acercarme.
Al día siguiente, hice
el mismo camino de siempre pero me atreví a aproximarme un poco más para ver a
través del alambrado. Tenía curiosidad. De pronto, percibí unos dedos agarrando
el alambrado del otro lado, me acerqué, y distinguí la silueta de un chico que
parecía abandonado y encerrado. Pensé que era una alucinación y me fui rápido
con mi bicicleta para sacarme esa imagen de mi cabeza.
Casi no pude dormir.
Estaba nervioso. Me levanté más temprano que de costumbre para ir a ese lugar misterioso.
Me fijé entre medio de los alambrados y vi al pequeño hablándole a la pared.
Luego, el chiquillo giró su cabeza a donde estaba yo, nos miramos
un largo rato fijamente.
-
¿Qué hacés
ahí? – le dije.
-
Nada – me
respondió de manera cortante.
-
Vení en mi
bicicleta, te puedo llevar atrás. Vamos para mi casa – le ofrecí cortésmente.
-
No, no me
quiero ir de acá. Estoy con mi amigo y no lo quiero dejar solo. – me contestó de manera enigmática.
A partir de ese día, decidí no pasar más por ese bosque.
Lucas
R.
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